sábado, 9 de febrero de 2008

ALMAVORÁGINE


El Tiempo de la Oscuridad envuelve mi mundo... en el anochecer, los vórtices de la tempestad posan sus ásperas manos sobre los balcones de mi soledad... dañando mi olvido el radiante resplandor del ocaso... llamando la atención a mis adormecidos sentidos y acariciándolos con ruidosos haces de luz...se acerca. Caballeros de negra armadura… negras espadas cortan el aire… anuncian tu venida entre cánticos y graznidos. Siervos de la noche rondan las cimas… saludan tu llegada, aullidos de los bosques. Erguidos majestuosos se inclinan ante ti los árboles… reverencian tu presencia, impetuoso vendaval que acompañan tus torrentes chasquidos y hojarasca. En el sudor de la tierra rebosa la humedad de tu perfume... tu llanto ahoga las planicies…cruje el cielo. Descienden fulgurantes tus manos… entre blancos destellos veo tu alma… Estoy aquí, esperándote con los brazos abiertos… cuando el mundo corre a refugiarse, salgo a recibirte, abrazarte…amarte... Muchos son los que temen tu ira… yo soy el que adora tu tristeza, llora sobre mí… Ahora que estamos juntos…es nuestra noche… creas las sombras en esta oscuridad, todo lo iluminas por segundos… estremeces…por instantes, resquebrajas la atmósfera… Cantas la melodía de nuestro encuentro entre los muros de mi hogar… y juegas, juegas con mi cabello… tus caricias me rodean…es nuestro baile… Derramas las lágrimas que rozan mi rostro, lágrimas que bañan mi lastimado cuerpo… llora, llora mientras muestras nuestro dolor… imparable poder que azota la vida… Cúbreme con tu llanto, abrázame más fuerte… desprende la amargura en el soplo de tu furia, calma la desdicha que trasluce nuestro aliento… rompe esta condena, libera nuestra alma… Detente un momento en el tiempo…escucha apagado mi corazón… en la magia de la noche, en la sinfonía de nuestra esencia… Prosigues tu camino, lentamente…te alejas… tu voz se torna en susurros de despedida… ya no te quedan lágrimas para mí… Una vez más iluminas la noche… clavando tu rostro en mi reflejo sobre la hierba mojada, estirando mi sombra hasta el horizonte… más lejos de ti, cada vez…más lejos… Y por fin rasgas el cielo… Apagada y débil…el último adiós… Vuelve a cambiar el mundo… Vuelve a ser lo que era…sin ti… Desplomado, golpean mis rodillas el suelo… Caen mis lágrimas sobre las tuyas… En la lejanía ya no te alcanzan mis ojos, cruza mis labios el suspiro de la soledad y muere, frágil en la brisa… En las cimas, acunan los bosques un gemido… lamentan tu partida los siervos de la noche… Aguardaré tu regreso…en el punto más alto… sumiré en letargo el deseo de abrazarte de nuevo… hasta que al fin, me acaricies con tus manos, me ames con tu cuerpo… y me inundes con tu luz.

Horus Káiser.

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